Grabado de la captura de Atahualpa en Cajamarca. |
El imperio español significó para el Perú una profunda transformación social y económica. Se implantó un sistema mercantilista, sostenido por la minería del oro y de la plata, de Potosí principalmente, el monopolio comercial y la explotación de la mano de obra indígena bajo una forma de mita.
A partir de fines del siglo XVII e inicios del XVIII, la recaudación de la Corona se vio lentamente socavada por el declive de la minería y la consecuente diversificación económica, así como por el contrabando comercial. En este contexto, fueron impuestas las Reformas Borbónicas en el país, que restaron poder político a la élite limeña y afectaron económicamente al comercio interno, lo que produjo diversos levantamientos de los cuales el de mayor repercusión fue la rebelión del descendiente de los incas Túpac Amaru II; esta última llegó a poner en peligro el gobierno virreinal en el Cuzco, pero al tomar tintes raciales contra criollos indistintamente, precipitó su derrota. Tras la muerte de José Gabriel Túpac Amaru, la cultura indígena fue férreamente reprimida por las autoridades borbónicas y atrazaron los proyectos emancipatorios dado el temor a nuevas asonadas contra la élite peninsular y criolla.
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